En los últimos años y aunque gobiernos y sociedades de gestión como la SGAE o la RIAA se empeñen en mirar a otro lado, la industria musical ha dado un giro de 180 grados, principalmente debido a Internet y a las nuevas formas de distribución. Muchas bandas y grupos, varios de ellos de renombre, como puede ser el caso de Nine Inch Nails o Radiohead, apuestan abiertamente por nuevos modelos de negocio, y junto a los nuevos servicios de música enstreaming como Spotify o Grooveshark prometen brindarnos un futuro musical muy interesante.

Esta comprobado que servicios como el citadoSpotify, que ofrece música de forma totalmente gratuita siempre y cuando escuchemos cuñas publicitarias cada varias canciones, han reducido drásticamente las descargas de música alojada de forma ilegal en sistemas P2P o en servidores de descarga directa: los usuarios no sólo dejan de descargar dichos contenidos en favor de disfrutarlos gratuitamente enstreaming sino que muchos de ellos se plantean pagar el precio de una suscripción mensual a cambio de una serie de ventajas.

Otros usuarios, bien porque no conocen estos servicios, no tienen acceso a ellos, o no se han aventurado a usarlos, eligen servicios de vídeo en streaming como YouTube, donde la gente suele colgar discos enteros y hay incluso aplicaciones y servicios web que sirven para crear listas e incluso hacer mixtapes. Lo más interesante del tema es que parece ser que esta medida esta beneficiando a todas las partes:

Eso no quiere decir que las compañías discográficas estén contentas con este tipo de prácticas, y muchas de ellas optan por pedir la retirada de todo material con copyright, e incluso luchan por erradicar que los usuarios puedan subir el contenido.

Sin embargo, Paul Kahn, jefe financiero de EMI Music, una de las grandes disqueras, estima que con cada reproducción la compañía gana medio céntimo, lo que multiplicado por los millones de reproducciones que puede tener un vídeo de éxito puede llegar a convertirse en 1 millón y medio de dólares, como en el caso de David Guetta. El artista es una de las mayores bazas de EMI, y sus videos en YouTube superaron los 308 millones de reproducciones.

Y todo esto sin tratarse de un método de escucha aprobado por las disqueras, en un sólo año y para sólo un artista. Si EMI quisiera haber alcanzado ese nivel de ingresos vendiendo copias físicas de las canciones, tendría que haber vendido 2 millones de singles o sencillos.

Además hay más datos positivos para el streaming de música en sitios de videos. El último informe del IFPI sobre el estado de la indústria musical recoge datos de un aumento de casi el triple de visitas con respecto al año pasado, contando únicamente datos de la discográfica Universal Music, que habría pasado de tener 2.300 millones de reproducciones en YouTube a 7.000 millones. Estos datos se traducirían en millones y millones de dólares para la industria musical.